Pedí permiso con una sonrisa al Olivo que esta tarde en mi camino me topé y con una mueca de complicidad me situé delante de él; arrodillado primero, aposentado sobre mis pies después, mientras esperaba el momento. Me sentí acompañado, abrazado por un recorrido de escalofrío por todo mi cuerpo que me hizo quedar inmóvil frente a él, como esperando si la respuesta fuese a ser inmediata.
Al mismo tiempo mi mente viaja, se evade al recuerdo, a ese momento en que tu cara desprende una sonrisa de gratitud y es en ese instante cuando recibo la respuesta al permiso que pedí, él dio su respuesta, amable, sincera, de entrega desinteresada. Es entonces cuando lo que estaba anhelando se cumplió; recostarme en él, apoyar mi fatigada espalda y dejarme llenar, llenar y sentir, percibir una transmisión que acompaña con otro sentido; el oído, le oigo ...y de nuevo el reflejo de tu rostro en el espejo de mi mente, un dulce recuerdo de tu mirada sincera. Sube, sube... casi sin darme cuenta vuelve a recorrer todo mi cuerpo la electrizante danza de chiquillos dentro de mí golpeando cada poro de mi cuerpo, uff,...¡Siento... luego... Vibro!.
Y sigo escuchando su voz, aquel que lo de menos es lo que diga sino como lo transmite, aquella, una canción que sus notas son dulces de chocolate para mis oídos.
Y sigo viendo tu rostro mientras estrello mi pluma sobre esta inmensa nube blanca.
Blanca como la coraza del tiempo que partimos con afilado empeño, que una vez más me muestra lo equivocados que estamos y lo fino y delgado que queda nuestro recuerdo ante miles de sucesos y vidas.
Sin más de nuevo a mi lado, a tu lado, mirándome, abrazándome con tu voz mi alma.
Mi sonrisa no desaparece sino que se hace más grande y comienzo a gemir, mi ser grita en un silencio mudo y mis ojos vibran, mis pestañas se abrazan entre el húmedo suero de la felicidad fisiológica.
Y palpíto ante los rayos de sol de un atardecer embriagador, al reposo del Olivo que me cedió cobijo, al sentimiento vibrador que empuja a mi ser al optimismo y mientras le sigo escuchando y por su son de sonidos enternecedores que penetran por mis oídos y avivan el fuego de mi camino, a ti, a tu ser, a tu experiencia y sabiduría, a ti, a tu corazón rugidor, a ti, a tu pasión desinteresada, a ti Emma.
Gracias por reencontrarte
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