Capitulo VI
¿Quién cubre mis ojos con telas opacas, lánguidas y viscosas?
¿Quién se empeña en plantarme a la cara como un pastel, la diaria pena?
Que no con inocentes velas crece solamente
Que espinas como aliagas presentan en bandeja
Un nudo en mi cuello aprieta el momento, y pienso, y suspiro, y ya no sé que pienso. Abstracto coloco plasmado en un cuadro mi mente, y me dejo llevar, y me abandono.
Y ahora que por fin te conozco, ahora que estamos cara a cara, solos sin mediadores que apuesten trucadas balanzas, dime, ¿cuál es ahora mi destino y tu misterio?, ¿Es aquello hasta ahora vivido repitiéndose día a día?, ¿Qué puedo esperar en el transcurso de mi vida?”.
Vuelvo a callarme, relajar mis brazos, bajar la cabeza y cerrar los ojos.
Suspiro, me arrodillo, tiendo mis brazos en cruz tras abrir mi blanca
camisa y vuelvo a decir;
“¡Aquí! _ Y golpeo en mi pecho_ ¡aquí! , en mi corazón que helados sentimientos pueden quedarse, moribundos los instantes presentes como los vividos, resecas como pasas, engañándome a mí mismo en las realidades cotidianas, frío como el mármol, como los labios del muerto ya amortajado, vacío como la Duna en el desierto, como el navegante naufragado”.
Vuelvo a callarme, me quito los zapatos y me tumbo en el suelo boca
arriba colocando mis piernas en alto apoyándolas en un baúl volcado
con su puerta abierta, (me parezco a él).
Coloco de nuevo mis brazos en crucifixión y suspiro ¡joder que bien me encuentro ahora!.
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